Este 26 de marzo se cumplen 193 años de la muerte de Ludwig van Beethoven. El prodigioso músico alemán marcó época y se alzó como un genio en la historia de la música superando duros desafíos. Pionero del romanticismo, compuso a pesar de su sordera y enfrentó los abusos de su padre a temprana edad.

 

Ludwig van Beethoven murió de cirrosis la tarde del 26 de marzo de 1827 en Viena. Falleció a la edad de 57 años, siendo el músico más importante de su tiempo y dejando su genialidad en obras para la posteridad, tras una existencia marcada por la soledad y la incomprensión.

Beethoven fue enterrado tres días después en presencia de todos los músicos y poetas de Viena, quienes vistieron de luto con rosas blancas. Su ataúd fue cargado por Johann Nepomuk Hummel y Rodolphe Kreutzer, entre otros compositores, mientras que el joven Franz Schubert fue uno de los portadores de las antorchas.

Apreciado y respetado, su funeral paralizó completamente a la ciudad, cerrando incluso las escuelas. A la ceremonia asistieron más de veinte mil personas, quienes despidieron sus restos en una carroza tirada por cuatro corceles negros, seguida por un desfile de doscientos coches de caballos.

Nunca el funeral de un músico había provocado tanto impacto ni tales honores, debiendo esperar para ver algo similar hasta 1901, con el velorio de Verdi en Milán.

 

Una sacrificada formación musical

Considerado uno de los compositores más importantes en la historia de la música por innovar en la creación de sinfonías, cuartetos de cuerdas y conciertos para piano y orquesta, la formación musical de Beethoven implicó un trabajo extenuante desde niño.

Su padre, Johann, un músico mediocre y borracho, quiso hacer de él un nuevo Mozart. Sometido a un aprendizaje que le afectó de por vida, Beethoven padeció la obstinación de su progenitor, quien lo reprendía a golpes por cualquier error que cometiera frente al piano y lo privaba del sueño con tal de mantenerlo practicando.

Los testimonios de la época describen a Beethoven como un niño hosco, abandonado y resentido hasta que conoció a Christian Neefe, un músico que se hizo cargo no solo de su educación musical, sino también de su formación integral.

Durante los años que pasó con Neefe, Beethoven estableció amistad con Stefan y Eleonore von Breuning. La presencia de ellos resultó determinante para encaminar la vida del músico, especialmente tras la muerte de su madre en 1787. Ellos lograron conectar a Beethoven con la sensibilidad liberal de una época convulsionada por los sucesos revolucionarios franceses, brindándole armas sociales para tratar directamente a la nobleza ilustrada.

 

Su vida en Viena

La amistad con el conde Waldstein fue decisiva para establecer los contactos que le permitieron instalarse en Viena –centro indiscutible del arte musical y escénico– a la edad de 22 años. A pesar de que la capital musical de Europa contaba con trescientos pianistas profesionales y otros seis mil estudiantes, Beethoven se convirtió en una celebridad como pianista.

Su manera única de tocar, unida a sus impetuosas interpretaciones, le abrieron el camino para darse a conocer como compositor, destacando por ejecutar obras diferenciadas del clasicismo de Mozart y Haydn. Beethoven era la gran novedad.

El debut como compositor se produjo con su Sinfonía No.1 en Do mayor, en el Teatro Real Imperial de Viena, el 2 de abril de 1800. Si bien ganó el reconocimiento del público, el compositor detestaba su obra al considerar que era “deficiente”.

 

Fama, incomprensión y soledad

Su precoz popularidad como compositor, especialmente como pianista original y prodigioso, le abrieron las puertas de las casas mas nobles. Acogido condescendientemente por la alta sociedad, Beethoven no encajaba en esos círculos exclusivos y lo hacía notar.

Confiado de su valor, consciente de su genio y dueño de un carácter explosivo y obstinado, Beethoven rechazaba las normas sociales y de cortesía. Decidía comportarse de manera atrevida y no convencional de forma deliberada, empeñado en demostrar que nunca admitiría a un patrón por encima de él y que el dinero no lo convertiría en un ser dócil.

Su rebeldía hizo que formara una personalidad inflexible que el talento no pudo disimular. Su actitud despertó numerosas críticas, catalogándolo de retraído, presumido y egoísta. Muchos prefirieron distanciarse de él e incluso quitarle el saludo. Poco a poco, comenzaron a aislarlo. Mientras, Beethoven era víctima de su comportamiento, sufriendo en silencio las muestras de desafecto.

 

Los tres estilos de Beethoven

De acuerdo a la musicología, el trabajo de Beethoven se divide en tres estilos, todos muy ligados a su vida. El primero, “Clásico”, considera desde su infancia hasta 1799. El segundo, “Heroico”, comienza en 1800 y abre las puertas del romanticismo. También se relaciona con la aparición de su sordera y como punto de origen de la mayoría de sus obras más conocidas: Emperador, Heroica, Quinta sinfonía, Pastoral, Primavera, Appassionata, Para Elisa y la icónica Claro de luna.

Por último, se encuentra el estilo “Reflexivo”, el que refiere al final de su vida y contiene sus obras más profundas e inquietantes: los últimos cuartetos para cuerdas, Novena sinfonía, Missa Solemnis, Hammerklavier, las tres últimas sonatas para piano, y las Variaciones Diabelli.

Todas estas etapas marcan un antes y un después en la historia, convirtiéndose en el punto de referencia para comprender la esencia de la música y reconocerla como una de las grandes creaciones del hombre; hasta el día de hoy.

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